El otro día, mientras estaba en una sala de espera, inevitablemente escuché la conversación entre una niña y su mamá. La niña se quejaba amargamente de que un grupo de compañeritas de su escuela siempre se copiaban de ella. Si la niña llevaba trenza el lunes, el martes todas llevaban trenza. Ella se compró unos zapatos rojos y ahora Thelma traía los mismos zapatos rojos. Ella era mejor amiga de Jorge, y ahora todas las niñas andaban por Jorge. La mamá la escuchaba atentamente y le sugirió que dejara de juntarse con esas niñas que no tenían creatividad. Mientras escuchaba la conversación, comencé a recordar que más de una vez, a la edad de la niña yo también fui acusada de copiona y por las mismas fechas mi mamá también me sugirió dejar de hablar con alguna que otra niña porque a mí me molestaba que clonaran mis acciones. Las “wannabe” les decíamos en aquel entonces y todas en la escuela éramos muy conscientes de no ser etiquetadas como “wannabe” y de no interactuar con las “wannabes,” porque todo se copiaban.
Mientras divagaba en la sala de espera, me di cuenta de que estos problemas no se acaban cuando gradúas de la preparatoria. El problema sigue, pero como la interacción constante con los adultos es menos frecuente, los “wannabes” pasan más desapercibidos. Sin embargo, nunca falta el comentario entre empresarios, “se robó mi estrategia… utilizó mis ideas… conversamos del tema hace un par de días y hoy lo publica como suyo corregido y aumentado en su perfil… yo empecé a importar bolsas, y ahora ella también las vende” y quejas similares son el pan de todos los días. Entonces entro en mi mente el pensamiento empresarial y se me vinieron a la cabeza una serie de preguntas que me gustaría traer a la mesa. ¿Me pregunto si Kim Kardashian se queja cuando la gente copia su manera de vestir o llama a su diseñador y le pide que mande a hacer 200 blusas iguales y las vende en $300 dólares? ¿Me pregunto si los compositores se enojan cuando la gente canta sus canciones? ¿O si los conferencistas se molestan cuando la gente compra sus libros y repite sus filosofías una y otra vez? ¿Acaso no es el sueño de todos los influenciadores ser una persona que causa una reacción con sus acciones?
Saliendo de esa sala de espera aquel día, me propuse escribir este artículo y recomendarles a todas las mamás del mundo que cuando sus niños se quejen de que alguien los copia, en lugar de alimentar su inconformidad, les sugieran a sus hijos sacar provecho del boom y buscar la manera de emprender. De esta misma manera le sugiero a mis clientes y lectores que si sus ideas generan reacción, no se sientan agredidos, al contrario, busquen la manera de emprender y generar una reacción mercadeable por cada una de sus ideas o acciones. Es muy probable que su filosofía de vida sea replicable, patentable y mercadeable. Cuando la gente replica nuestros pensamientos, nos proveen un barómetro de buenas ideas.
Si a usted le gustaría profundizar en el tema o le gustaría trabajar en estrategias para convertir sus ideas en empresas, se puede comunicar con BCO Consulting Group via email a [email protected] o por teléfono al (512)636-6381